Boletos






Cuando era chica y viajaba en ómnibus con mi vieja, recuerdo la admiración que me provocaba la rapidez y perfección con que colocaba, en el anillo del dedo anular, el boleto doblado en cuatro a lo largo.
Le pedía que me lo diera un rato, o intentaba doblarlo yo, o se lo ponía.

Siempre tuvo lindas manos mi mamá. Era modista, y para mí era un arte verla coser, bordar, tejer… y doblar los boletos.
Cuando por fin pude hacerlo yo, me sentí definitivamente importante.

Mucho después los empecé a juntar, por sumar 21 o ser capicúa, y hoy, buscando otra cosa, los encontré.
Y me acordé.

Comentarios

  1. Aviso del autor:
    Por un problema técnico del blog, se perdieron los mensajes anteriores.
    ¡Si habías dejado tu opinión, te invito a compartirla de nuevo! Gracias por la paciencia.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario