Cuando nadie mira

 
Escribir es un instinto de supervivencia. 

Es la manera de contarme a otros, como si fuera a la vez un salvavidas y un paracaídas. Lo que me salva de mí misma y lo que me lanza al vacío sin red.

Eso de contar mi historia como si fueran cuentos. De escribir por escribir, o escribir con un propósito y, al final, encontrar que era otro. 

O escribir como ahora, recordando libros, y sin más razón que despedirte con un besootoño. Ese que, como todos saben, es un beso de temperatura media, con algo de sol cálido. 

Que deja un frescor al final y es breve, pero no fugaz… y alcanza, tal vez,  para no detenerme ni detenerte.

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