Si vas
para allá es el último, si venís como llegando, es el primero.
Me pregunto cómo se sostiene, si parece parado en piolines...
Me contesto que debajo de él hay tierra firme, y que, para mi sorpresa, es el
entorno lo que lo mantiene en pie.
La playa
es tan firme como algunas convicciones, tan cambiante como esa duda, y tan nitida
como los miedos.
Casi no
hay demasiados caracoles ni pertrechos, porque no necesitamos más nada. Sin
embargo, está llena de berberechos, de gaviotas, de viento que obliga a
permanecer; porque en lo efímero está el pleno goce.
La sal
del mar quema la garganta como las palabras no dichas, como el tequila o el
ron.
El mar
está fresco como las nuevas ideas, y a la vez tibio como la resignación. Olas
danzantes, verde crepuscular.
Techos
desprolijos, fachadas antiguas, dunas que intentan formar un escuadrón.
Ejército variado de guerreros de colores.
Si vas
para allá es el primero, si venís como llegando es el último.
Con convicciones, con dudas, con miedos, llenos de nuevas ideas, obligados a
permanecer, siendo escuadrón que no necesita más nada…
Aún atragantados por las palabras no dichas, y sin saber si somos los primeros
o los últimos, estamos de pie, y no es poca cosa.
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